
Estaba allí sentada, bajo un verde prado, bajo la calma y seguridad de un gran sauze. De pronto, ella se acerca y le dice que se tiene que ir, que su vida ya está completa y no necesita nada más. Se acercó, y junto con un beso y una caricia se despidió. ¡No! Gritó la niña, mientras ella y el sauze desaparecían, quedando a su lado el enorme prado sin salida.
¿Qué voy a hacer ahora? Desesperada se preguntó. Pero la respuesta estaba en manos de sus amigos, no muy amigos, la señora Razón y el señor Sentimiento.
Sentimiento gritó: ¡Déjame salir! Me tienes asfixiado, encerrado, necesito respirar.
¡Olvida lo que sientes! Lo que importa no eres tú, sino los demás, que son felices pensando que tu eres "feliz". Respondió Razón.
Pero Sentimiento continuó. ¿Cómo quieres que me mantenga callado? ¿No entiendes que si no dejo salir todo esto me amargaré y me volveré oscuro?
¡Deja de pensar en ti! ¡No dejes que las cosas se te escapen y salgan de control! O sino, terminarás por romper todo por lo que he luchado.
¿Pero es que no entiendes? ¡Necesito respirar! necesito...
¡Calla! Grito la niña. ¡Tonto sentimiento! ¡ Déjame tranquila! deja de pensar que todo es tan fácil. ¿No entiendes que si digo todo lo que tu necesitas, todo se caerá sobre mis pies y eso no me dejara vivir en paz? Por favor detente, que prefiero vivir ahogada en mis propios lamentos a que ver sufrir a los que me han echo sufrir. Prefiero vivir bajo esta lluvia negra y tormentosa, donde mi único consuelo es que algún día moriré y podré estar en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario