viernes, 25 de marzo de 2011


Tal vez nunca dejé de pensar en ese pasado lleno de tristeza y lamento, y tal vez nunca deje de ser aquélla niña dolorida, que siempre se encontraba en la esquina de un callejón oscuro, llorando y llorando, rogando y rogando a ese cielo divino, por encontrar la felicidad plena e insaciable.
Aquella tarde inmortal y monótona, te intente abrir mi corazón, más tu lo tomaste como un juego de niños, como un capricho que al fin del día perecería como una mariposa de noche a plena luz del medio día.
Tal vez no sea algo importante para ti, pero a mi me esta torturando por dentro, como una estaca clavada en el corazón, que no mata, pero no libera.
No le vuelvas a pedir a mi corazón que promulgue ante ti cada detalle, porque una vez ya lo hizo, y no lo volverá a repetir, el también tiene su orgullo y ya lo torturaste suficiente.
Sólo queda una cosa por contar... tal vez nunca deje de ser esa niña dolorida, que se encontraba en la esquina de ese callejón oscuro, pero déjame decirte una sola cosa: tengo una estaca y un martillo, que una insensible señora llamada Vida me ha regalado; tal vez permanezca en ese oscuro callejón, pero esta vez no dudaré en usar ese regalo, para derribar ese pared e ir dándole luz poco a poco a ese pasado lleno de oscuridad y tormentos. Y todo esto será por mi, no por ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario